El fuego comenzó en una de las salas del archivo próximo al mihrab (lugar de oración orientado a la Meca) que contenía documentos datados del siglo XIII en adelante. Por suerte, cuando comenzó a arder el papel, en dicho archivo no se encontraba nadie y los documentos estaban en armarios metálicos, lo que impidió la extensión del fuego y evito que afectara a la estructura del edificio. De esta manera, las llamas únicamente destruyeron 25 legajos de los más de 5.000 depositados en el monumento.
Gracias al perfecto funcionamiento de alarma de incendios, se dio aviso al circuito de seguridad alertando a los servicios de vigilancia del monumento, que avisaron a su vez e inmediatamente a los bomberos.
Las causas que originaron el fuego se desconocen, pero éste se produjo sobre unos documentos apilados cerca de una ventana, por lo que los bomberos suponen que pudo haberse debido al reflejo del sol sobre los mismos. Otra hipótesis que se barajó es que los legajos estuvieran impregnados de algún líquido inflamable procedente de la sala aneja, que estaba dedicada a la encuadernación.
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