Ya lo avisamos el pasado Marzo: en España cada año mueren 30.000 personas por parada cardiorrespiratoria. De hecho, los infartos son la primera causa de muerte en nuestro país. Para que os hagáis una idea, las víctimas totales podrían llegar a llenar el Camp Nou, el Bernabéu y Mestalla. ¡ESCALOFRIANTE!
El problema de esta circunstancia no es que no exista una solución, sino que el 75% de la población no sabe cómo actuar ante una parada más allá de llamar al 112. Además, sólo un 36% es capaz de identificar una muerte súbita como «una víctima que está inconsciente y no respira«, según una investigación realizada por el doctor Jordi Bañeras del Hospital Vall d’Hebron para saber cuál es el grado de conocimiento real y la actitud ante un paro cardíaco de la población española.
Frente a estos datos y sabiendo que durante 2016 se registraron en la región un total de 1.351 paradas cardiorrespiratorias, la Comunidad de Madrid ha tomado la iniciativa de instalar desfibriladores automáticos o semiautomáticos en una serie de lugares:
- grandes establecimientos comerciales, aeropuertos, estaciones de autobuses y ferrocarril en poblaciones de más de 50.000 habitantes;
- establecimientos públicos con un aforo igual o superior a 2.000 personas;
- en las estaciones de metro, ferrocarril y autobús con una afluencia media diaria igual o superior a 1.000 personas;
- centros o complejos deportivos en los que el número de usuarios diarios sea igual o superior a 500 personas;
- centros educativos o centros de trabajo con más de 250 trabajadores;
- centros residenciales de mayores de más de 200 plazas;
- establecimientos hoteleros con más de 100 plazas.
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