El incendio ocurrido el pasado 15 de Abril en la Catedral de Notre-Dame es un suceso que, sin duda, ha conmovido al mundo entero. Pero lo cierto es que en España ya se habían producido algunos de características similares y se ha reabierto el debate sobre la protección de monumentos históricos.
La catedral de Cuenca ha sufrido dos grandes incendios a lo largo de su historia. El primero tuvo lugar en el siglo XV y es el más parecido al de su inspiradora Notre-Dame: Durante una tormenta, cayó un rayo sobre el crucero, concretamente en la torre del Ángel, iniciándose entonces un fuego que destruyó todo el cimborrio.
El presidente de la Fundación Fuego y jefe del servicio de Bomberos del Ayuntamiento de Cuenca, Pablo Muñoz, señaló que esta catedral presenta unas cubiertas de madera semejantes a las de la parisina, aunque se encuentran dotadas de un sistema de detección automática de incendios.
Por otro lado, el 29 de mayo de 1966 se produjo otra tormenta eléctrica tan fuerte que uno de los rayos llegó a prender la cubierta de madera de la Catedral de León. La diferencia con Notre-Dame reside en que la cúpula añadida sobre el crucero de la española había sido retirada y eso evitó el derrumbe de la techadumbre.
Además, la rápida actuación del cantero Andrés Seoane, conocedor de la estructura arquitectónica y los materiales de construcción, hizo que se evitara el uso de agua para apagar las llamas, sino únicamente para contener su extensión.
¿El motivo? Para que las bóvedas de una catedral gótica se sostengan y pensen menos, se usa una piedra porosa llamada toba. Si a este material se le echa abundante agua coge precisamente ese peso y termina derrumbándose.
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